octubre 22, 2019 4 Minutos de Lectura

En variadas ocasiones he pasado por la misma situación. Qué estudiaste o qué haces y si bien no es complicada la respuesta, lo complejo es el análisis de esta. Por eso hoy les quiero contar el porqué del camino distinto, el que algunos les llaman el poco convencional.

Desde el comienzo…

Entonces, vamos por el comienzo de esta historia. Desde muy niño que me gustó el básquetbol y pensé que podía ser una herramienta para desarrollarme en lo deportivo, obviamente, pero también en lo académico y en lo social. Siempre pienso que no me equivoqué en el perseguir este sueño porque cada vez que me acercaba a mi meta apareció algo que me hizo ir más allá y cuando me equivoqué en algo creo que pude rescatar algunas cosas que me sirvieron para seguir. Pero todo eso es para otro post…

Vamos a desarrollar el por qué elegir este camino tan alejado de lo convencional(lo que nuestra cultura considera como convencional). Esto sería; estudiar, estudiar y estudiar para trabajar y seguir estudiando. Yo considero que eso está muy bien, pero hay que ponerle un poco más de entusiasmo, de intensidad y de horas corriendo, y si te queda gustando… bueno, continuemos leyendo.

Todo comienza con el sueño, a los 11 años, de poder llegar a jugar a coliseo lleno y ojalá con alguno de los jugadores que eran ídolos en ese momento. Esa fue siempre la motivación, aunque en algunos momentos se perdía y quería no volver más, algo siempre fue más fuerte. Algunos le llaman a eso la pasión.

Con el pasar de los años, la idea de jugar con el Coliseo Municipal Antonio Azurmendi Riveros lleno se alejaba por distintos factores, altura, físico y nivel de talento entre otras cosas. Pero pensé en que el deporte podía darme la opción de estudiar con alguna beca y así ser una carga menos para mi mamá. Me mantuve en eso y con la idea de estudiar algo relacionado con el área de la salud.

Entrenar y esfuerzo

Con esa idea, y nunca abandonando la responsabilidad de entrenar y seguir esforzándome fue que cada vez conocía más personas que influían en la forma que yo tenía de ver la vida. Desde compañeros de equipo que me enseñaban que existen distintas realidades de vida en nuestro país, entrenadores que les importaban mucho sus jugadores, otro que no tanto. Así como apoderados que se identificaban con el club y querían a todos los niños como un hijo más.

Todo lo anterior, es muy difícil encontrarlo en algo distinto al deporte. Lo mejor de todo, esto siempre pasó en Valdivia. La ciudad que respira básquetbol y parqué mucho más que fútbol y pasto.

Así llega el momento en que lo deportivo, lo académico y lo social se juntaron y me dieron ese empujón de continuar y elegir dedicarle mi vida a esto; la práctica de deporte profesional.

Y lo elegí porque sentía que estaba creciendo deportivamente en un lugar que era el adecuado, que académicamente tenía la oportunidad de no ser una carga para nadie y que socialmente mis amigos y personas más queridas estaban en el mismo lugar donde yo pasaba la mayor parte del día.

Pasión pura

La vida del deportista es pasión pura, a pesar de todo lo bueno y de todo lo no tan bueno, hay que querer mucho esta actividad porque te da mucho pero también te quita mucho. Pero si tengo que volver a arriesgarme, seguro que me arriesgo de nuevo. (Una vez más temática para otro post).

La oportunidad de realizar esta actividad de deporte profesional o trabajo no convencional como más de alguna vez me lo han dicho, no es para todos. Pero el recorrido que hay que avanzar para llegar tiene muchas cosas que son experiencias únicas. Y eso es lo más importante de todo.

¿Por qué es lo más importante? Porque puede ser que no todos lleguen a ser profesionales en el deporte que practiquen (de hecho, son muy pocos lo que llegan a serlo). Pero todas las experiencias, responsabilidades, situaciones y conocimientos adquiridos para la vida no se pierden sino que son una herramienta para perseguir tus otros sueños y metas que tengas.

El deporte ha sido mi vida por 20 años, me ha dado amigos, estudios, viajes, oportunidades, mi familia, mi señora, y todo lo que a los 11 años soñé desde la tribuna en un Coliseo Antonio Azurmendi Riveros totalmente lleno.

Por eso sigo, porque cuando logras alcanzar tus metas (que son los peldaños hacia un sueño) crees que puedes seguir en eso y continuar esforzándote para llegar al objetivo final. Esto aplica en todas las disciplinas, yo les habló de lo que sé pero ya preguntaré a profesionales en otras áreas y les contaré cuáles son sus motivaciones.

Puede ser convencional o no convencional, al final del día es tu camino y eso es lo más importante.


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