A solo una semana del día del papá, retrocedemos en el tiempo y recordamos cómo la vida de Gerardo Isla (29), basquetbolista y fundador de LivePRO, cambió el día que nació su hijo Baltazar en el año 2018.
El próximo domingo Gerardo celebrará por segunda vez esta fecha en su vida. En esta entrevista cuenta cómo cambiaron sus valores, prioridades, tiempos y perspectivas en los últimos dos años desde que nació Baltazar. Además, detalla la relación con su hijo y sus posibles pasos en el básquetbol. Aquí, la entrevista:
—¿Cómo era tu rutina como deportista y como persona antes de tener un hijo?
—Era más independiente. Si tenía que descansar, lo hacía. Era un persona muy estructurada y poco flexible. Me considero una persona bien relajada en general, pero cuando se viene al deporte y todo lo que lo acontece, respeto bastante mis horarios. Desde que llegó Baltazar he aprendido a ser una persona mucho más flexible. Mantengo mis metas, pero aprendí a ajustarme. Ya no éramos dos personas en una casa, sino tres. También, cuando me casé pasé por un cambio similar. He madurado con el tiempo. Duermo y como, cuando mi hijo lo hace.
Hubo varios cambios, pero por suerte tengo a mi esposa, Javiera. Ella me apoya mucho y respeta mi carrera deportiva, junto a mis proyectos personales. Los días de los partidos, tanto cuando jugamos como local o como visita, ella siempre cuida a Baltazar.
Actualmente con el tema de la pandemia, soy yo el que se ha tenido que adaptar a los horarios de Baltazar y de la Javiera, porque ahora es la Javi la que está constantemente trabajando y yo tengo más tiempo libre, porque no está la temporada de básquetbol activa. Cada día estoy aprendiendo nuevas cosas sobre la paternidad.
—¿Qué sentiste el día que nació?
—El día que nació Baltazar yo estaba en Santiago. Íbamos a jugar contra la Universidad Católica. Me llamó mi suegra y me dijo “parece que va a nacer hoy tu hijo”. Al principio no le creí, todavía faltaba tiempo para la fecha que había dicho el doctor. La Javi me llamó llorando a las cinco de la tarde, triste, contándome que Baltazar iba a nacer en un par de horas más.
En ese minuto me congelé. Estaba en mi pieza con Nico Ferreyra y me preguntó qué me pasaba y le dije que iba a nacer Baltazar. Viajé de inmediato. Me subí en el primer vuelo que pude tomar. Llegué a Puerto Montt en la tarde y manejé a Valdivia, directo a ver a mi hijo. Pasé la noche ahí. Baltazar nació antes por una complicación que tuvo. Por suerte, todo salió bien.
De a poco, en la medida que Baltazar fue haciendo cosas, fui asumiendo que había una persona más en la casa. Los tres primeros meses, no sentía mucho su presencia, porque era muy pequeño. No se movía tanto como lo hace ahora y con el tiempo nos fuimos encontrando. Fue cambiando mi cabeza, mis prioridades, perspectiva y bueno, mi vida. Todo cambio. Asumí el rol de ser papá. Valoré y entendí otras cosas. Hasta vi mi relación con mis papás de una manera distinta.
—¿Cómo encuentras tu relación con Baltazar?
—Yo le aguanto todo y trato de que aprenda lo más posible. Más allá de retarlo u otras cosas, quiero que aprenda. Sé que es chico y cuesta mucho que entienda todo lo que pasa a su alrededor. Tal vez no se acuerde de lo que yo diga o explique, pero trato de que la pase bien y aprenda. Que avance. Que se motive. Por ejemplo, al principio no quería gatear, pero me ponía al lado de él y trataba de mostrarle cómo gatear. También le ponía mi celular al frente y mientras el avanzaba yo me corría para atrás, para que él se moviera. Esa es nuestra relación, es activa. Antes no nos topábamos mucho por nuestros horarios, pero si hay algo bueno que puedo rescatar de la pandemia, es que me ha permitido pasar más tiempo con mi familia.
—¿Te gustaría que Baltazar siga tus pasos y juegue básquetbol?
—No sé. Si quiere ser deportista, lo voy a apoyar. Los "hijos de basquetbolistas", tienen todo un tema en comparaciones, quién puede ser mejor, quién es más talentoso. Para algunos es un desafío, para otros una mochila. Sí, me gustaría que Baltazar juegue básquetbol, para ver a mi hijo hacer un deporte. Pero no me molestaría verlo hacer otro tipo de cosas, tanto relacionadas con el deporte o no. Tengo que aprender desde ya a no presionarlo. Si lo veo en un momento que él ya está cerca de jugar basket, lo voy a incentivar y ayudar. Por otra parte, también es probable que esa sobrecarga de información lo termine cansando y rechazando el deporte. Así que tengo que pillar un equilibrio. Yo estaré ahí para acompañarlo y no forzarlo de ninguna forma.
—Ya no solo son tu esposa, amigos y familia en las graderías, apoyándote. Ahora, está tu hijo.
—Me encanta. De a poco está entendiendo más sobre el basket. Cerca de nuestra casa hay una pequeña plaza con un aro y ve cómo niños encestan y aplauden. Él repite esas conductas que ve constantemente. Nunca me voy a olvidar, que una vez que jugando por Chile en el coliseo, mi familia se sentó atrás de la banca y cada vez me sentaba Baltazar se estiraba para abrazarme. Quería estar conmigo, pero no me podía distraer. En el deporte, hay tradiciones que se transmiten entre padre e hijo. Yo me acuerdo la primera vez que fui al coliseo con mi familia. Eso quiero llegar a lograr con él, formar lazos.
Por ejemplo, uno de sus primeros mejores amigos fue a través de básquetbol, que se formó esta temporada con el hijo de Ignacio Alessio. Se sentaban juntos cada partido local y jugaban entre los dos. Nacho, me regaló un aro de basket para Baltazar, el mismo que tienen ellos. Su hijo lanza, pero Baltazar la va a clavar. Agarra la pelota y corre al aro. Si le gusta jugar basket, está bien. Solo quiero que sea feliz.
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