Diego Silva es el quinto de siete hermanos. Tiene 26 años, nació en Santiago, pero fue criado en Antofagasta. Comenzó su carrera basquetbolística en Club Deportivo Sokol de Antofagasta a los once años y desde entonces no ha dejado de jugar, convirtiéndose en la actualidad en uno de los líderes y protagonistas del básquetbol nacional.
Actualmente juega como base por la Universidad de Concepción (Udec), equipo por el cual juega desde el 2015. Además, forma parte del plantel nacional adulto. Jugando por la roja se ha enfrentado a equipos como: Canadá, Colombia, República Dominicana, entre otros. No obstante, su trayectoria jugando por Chile comienza desde su época juvenil participando en una serie de selecciones nacionales y hasta representó a su país en un torneo 3x3 Red Bull, donde obtuvo el cuarto lugar a nivel mundial, frente a doce países.
Silva está cursando su tercer año de kinesiología en la Universidad de las Américas (UDLA) en Concepción. Explicó que desde que inició el 2020 está tomando nuevos métodos y estrategias basquetbolísticas, con el fin de mejorar su nivel tanto mental como físico.
El base nacional nos explicó su receta del éxito y agregó que “el deporte con los estudios sí se puede complementar, hay que saber organizarse y separar los tiempos”.
Los invitamos a conocer la historia del destacado basquetbolista y nuevo embajador de LivePro, Diego Silva.
—¿Por qué decidiste ir a estudiar a Concepción?
—En el 2013 jugué una Libcentro por Arturo Pratt de San Felipe. Tuve buenos números ese año. Se dieron cuenta de lo que podía aportar, me dieron una oportunidad y la acepté. Por eso estudio allá. Al principio solo jugué por la Universidad de Concepción un año y no renové, pero me volvieron a llamar en 2015 y pertenezco al club hasta el día de hoy.
—¿A qué edad te diste cuenta que te ibas a dedicar al básquetbol?
—Fue cuando tenía 15 años. Representando a Sokol de Antofagasta en un Campioni del Domani, obtuve el premio de figura promisoria en el campeonato juvenil más importante en Chile. Además, en esa época participaban equipos de otros países como Boca Juniors de Argentina. Así que ser destacado de esa manera fue un orgullo. Ese fue el momento que me hizo click en la cabeza. Ahí es cuando me dije que sirvo para esto. Fue una señal. Decidí que quiero jugar básquetbol por el resto de mi vida.
—¿Qué es lo que más te gusta del básquetbol?
—No hay algo que me guste en particular. Lo que me encanta es que estoy haciendo lo que amo y me pagan por eso. El entrenar cada día en un gimnasio y jugar todas las semanas no tiene precio. Todos los días tengo la oportunidad de ser mejor, llevarme un límite y prepararme para mostrar mis habilidades. Son sensaciones inexplicables. Lo pienso de esa manera, porque no todos trabajan en lo que les gusta y cuando se da la oportunidad; hay que aprovecharla. Espero poder jugar hasta los 36 o 37 años, hasta que tenga la energía para hacerlo y ser un aporte para el equipo.
—¿Hay algún equipo por el cual te gustaría jugar fuera de Chile?
—Me llama mucho la atención la liga argentina. Destaco lo que han hecho y hasta donde han llegado compañeros míos como Sebastián Suarez o Gerardo Isla que han cruzado al otro lado de la cordillera. Si tuviese que elegir un equipo argentino por el cual jugar, sería Boca Juniors. Sería un lindo desafío. No es una liga lejana donde un podría llegar a probarse.
—ace un par de meses tuviste que jugar tres partidos en una semana dividido entre la UdeC y la selección nacional. Durante una entrevista en TVU explicaste que fuiste capaz de llevar a cabo esta exigente semana gracias a tu fuerza mental ¿Cómo y por qué te consideras una persona fuerte psicológicamente?
—Tengo que estar dispuesto para jugar por mi país y por mi club. Si me toca ese itinerario tendré que adaptarme. Hay que hacer el sacrificio. Las dos organizaciones merecen respeto y lo tomo de tal forma. Aparte es lo que me gusta hacer y lo amo.
—Cuándo crees que tú popularidad empezó a despegar en el mundo deportivo?
—Fue difícil, porque en el norte no hay tanto basket. Siempre fui “el llamado” o “el jugador del norte” desde joven. Era complicado surgir. En el 2015 empecé a tener número más altos profesionalmente y jugaba cada vez mejor. Era cosa de tiempo para ser llamado a la selección. Cuando jugaba trataba de dar lo mejor de mí y fui recibiendo halagos, mi juego se estaba mostrando más. Es el fruto de años de trabajo.
—¿Cuál fue la receta para ir mejorando año a año?
—Cada temporada me enfoco en mis debilidades. Veo videos. Qué me falta y qué puedo fortalecer. También cambié mi alimentación, para estar más sano y con más energía. Este año empecé a implementar el ayuno intermitente. Me ha servido mucho. Hoy, leo más sobre deporte. Esas pequeñas cosas marcan la diferencia. Invierto mi dinero cada día en ser mejor. Así debería ser el pensamiento de un deportista.
—¿Qué es lo que más te ha costado mejorar?
—Cuando chico lo único que quería hacer era meter puntos. No disfrutaba las asistencias. Actualmente, lo que más valoro y lo que más he aprendido estos años de experiencia es a leer el juego. Lo mejoré leyendo libros, viendo videos, pero sobre todo con los compañeros que he tenido. Como Patrick Sáez, Erick Carrasco o Rodrigo Espinoza. Son jugadores que fueron esenciales en la liga y que de cada uno rescaté algo.
—¿Qué necesita el básquetbol nacional para crecer más?
—Público no hace falta porque todos los gimnasios se llenan. El básquetbol es popular en Chile. Si vas al sur, la gente te habla de básquetbol, no tanto de fútbol. Siento que las organizaciones no lo hacen popular. Falta más televisión y empresas que apoyen. El fútbol se transmite y genera plata. En esa área al básquetbol le falta un poco, pero no lo veo tan lejano.
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